sábado, 14 de agosto de 2010

Y Dios creo a la mujer...


Cuenta la leyenda que al principio del mundo, cuando Dios decidió crear a la mujer, encontró que había agotado todos los materiales sólidos en el hombre, y no tenía más de que disponer.

Ante este dilema y después de profunda meditación, hizo esto:

Tomo la redondez de la luna, las suaves curvas de las olas, la tierna adhesión de la enredadera, el trémulo movimiento de las hojas, la esbeltez de la palmera, el tinte delicado de las flores, la amorosa mirada del ciervo, la alegría del sol y las gotas del llanto de las nubes, la inconstancia del viento y la fidelidad del perro, la timidez de la tórtola y la vanidad del pavo real, la suavidad de la pluma de un cisne y la dureza del diamante, la dulzura de la paloma y la crueldad del tigre, el ardor del fuego y la frialdad de la nieve.

Mezclo tan desiguales ingredientes, formo a la mujer y se la dio al hombre.
Durante varios dias Dios observo al hombre, sin entender por que lo veía triste, irritable, pensativo, molesto etc. Una tarde el hombre llego junto a Dios con la mujer de la mano y le dijo:

-Señor, la criatura que me diste me hace desdichado, quiere toda mi atención, nunca me deja solo, charla incesantemente, llora sin motivo, parece que se divierte al hacerme sufrir y vengo a devolvértela porque no puedo vivir con ella!
Dios acepto y tomo a la mujer.
El hombre se marcho solo, por unos dias el hombre estaba feliz al fin sin la carga de aquella mujer a la que no podia comprender, cazaba, corria alegre, preparaba su cena, etc. Dios lo observa con curiosidad. De pronto, al cabo de un tiempo Dios vio que el hombre se estaba marchitando de tristeza, ya no se le veia feliz corriendo por el campo, ya apenas cazaba y comia la comida sin casi cocinarla bien, estaba triste, callado, cansado, pensativo, como si echara mucho de menos algo que le hacia falta...Asi pasaron los meses, hasta que un dia el hombre no pudo mas y volvio ante Dios. Venia con la mirada triste, la cabeza gacha, los ojos perdidos en un profundo silencio de dolor. Al llegar ante Dios el hombre cayo de rodillas y suplicandole le dijo.
-Señor vengo a pedirte que me devuelvas a la mujer, la verdad me hace mucha falta.
Dios le miro sorprendido y le pregunto.
-Y ahora hijo mio, no entiendo, primero te quejabas de que no podias vivir con ella como es que quieres que te la devuelva?
-Si es cierto-dijo el hombre-pero lo que pasa es que ella cantaba y jugaba a mi lado, me miraba con ternura y su mirada era una caricia, reía y su risa era música , era hermosa a la vista y suave al contacto. Me cuidaba y protegía cuando lo necesitaba, me daba dulzura, aunque me perseguia todo el tiempo, me hacia feliz, me recompensaba con un beso y palabras dulces cuando traia la mejor caza, me daba cariño, me cuidaba cuando me enfermaba y me regañaba si me excedia en algo para cuidar mi salud, me protegia y me mimaba, alegraba con su risa cristalina la soledad de mis dias, en fin Señor, me he dado cuenta que la necesito, que no puedo vivir sin ella.
Ya veo, dijo Dios, ahora valoras sus cualidades, eso me alegra mucho.
-Esta bien hijo mio, claro que puedes volverla tener, la he creado para ti por tanto es tuya, ahora bien, debes mimarla y quererla, respetarla y cuidarla bien, porque si no lo haces corres el riesgo de quedarte de nuevo sin ella para siempre.

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